Breve

I.

El miedo a la oscuridad, dicen, es de niños.

La oscuridad infude terror. Sombras del fracaso se alzan vengativas al no conseguir lo deseado. Las mismas que aparecen si alguna vez no te han amado.

La desconfianza creció en mi ser, y el vacío ocupó mi corazón. Odio de mis entrañas alimentaba lo que nunca debí permitir, solo luchar por lo que debería recibir.

Una brisa llegada del sol, iluminó mi vida y poco a poco el odio se convirtió en amor. El que mucho tardó, no por no quererte, sinó por no entregarte mi corazón.

-Sin fecha-

II.

¿Quién sabe cómo empezó tu locura? ¿Quién sabe cómo empezó la mía?

Del odio al amor, de tu vida a mi corazón.
Eres el sol que ilumina cada mañana; la flor de primavera más temprana, aquella que cubre con ternura cada día de mi amor.

Necía de mí, negaba la existencia de esa magía que me desataron tus ojos desnudándome el alma. Un día sin avisar, cuando ya no pude más, caí en tus brazos tímidamente para que realizaras mis sueños que ya habían sido rotos.

Loca de amor me has dejado, y mi vida sin tí quizás hubiera acabado. Pero no quieras comprovarlo, no juegues con eso, que ni siquiera pienso en abandonarlo. Luchar es la palabra, luchar para que esa luna vuelva a brillar como el primer día que empezó nuestra locura llamada amor y que provoca nuestra unión en un solo corazón.

-Sin fecha-